Si bien hay cinco cepas principales del virus (A, B, C, D y E), las hepatitis B y C son las más comunes. Según la OMS en el continente americano se producen anualmente 67.000 nuevas infecciones de la hepatitis C y 84.000 nuevas muertes.
Solo el 22% de las personas con hepatitis C crónica se diagnostica y de ellas el 18% recibe tratamiento antiviral, a pesar que el mismo es seguro y efectivo con una posibilidad de curación en el 95% de los casos. Lamentablemente el acceso al diagnóstico y el tratamiento en algunas zonas sigue siendo escaso por múltiples factores.
Desde el 2015, nuestro país incorporó nuevos antivirales que permitieron un descenso significativo de casos, que se acompañó de una menor tasa de indicación de trasplante hepático y disminución de la mortalidad global. Por otro lado, el personal de salud, activistas, estado e investigadores están trabajando con el fin de alcanzar los objetivos mundiales de eliminación de las hepatitis virales para 2030.
El período de incubación de la hepatitis C oscila entre 2 semanas y 6 meses, generando una inflamación del hígado y produciendo síntomas tanto de forma aguda (poco frecuente) como crónica con posibilidad de evolucionar a la cirrosis hepática y cáncer primario de hígado en la minoría de los casos. Tras la infección inicial, aproximadamente el 80% de las personas no presentan síntomas y los pacientes pueden permanecen años sin consultar ni ser detectados.
La sintomatología aguda puede incluir fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, color oscuro de la orina, color claro de las heces, dolor articular e ictericia (coloración amarillenta de la piel y el globo ocular).
Es un virus de transmisión sanguínea y la mayoría de las infecciones se producen por la exposición a la sangre a través de prácticas de inyección no seguras, atención sanitaria no segura, transfusiones de sangre no analizadas, uso de drogas inyectables y prácticas sexuales de riesgo sin protección que conducen a la exposición de la sangre.
Una vez diagnosticada se deberá evaluar la magnitud del daño hepático para orientar las decisiones terapéuticas y la conducta clínica, en la actualidad en general se usan estudios médicos no invasivos. En la actualidad, el acceso al tratamiento es provisto por el estado o las distintas coberturas médicas.
Un diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus a otras personas. Ante cualquier síntoma se recomienda visitar al médico de cabecera que indicará los análisis correspondientes, responderá dudas y guiará en los cuidados de la salud.
Asesoró: Dra. Paola Casciato (M.N. 97426). Médico de planta de la Sección de Hepatología y Trasplante Hepático y de la Unidad Interdisciplinaria de Tumores Hepáticos del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Los tratamientos modernos para la hepatitis C cambiaron radicalmente el paradigma de esta enfermedad, tanto que días atrás le valieron el Premio Nobel de Medicina a los investigadores que descubrieron el virus y sentaron las bases para el desarrollo de los antivirales de acción directa, drogas que logran curar en solo 8 a 12 semanas a más del 95% de los pacientes. La Asociación Buena Vida aprovechó para subrayar que el Estado concretó una nueva compra de estos tratamientos, que ya están entregándose, por lo que continúa con la búsqueda de nuevos pacientes y de aquellos que tengan diagnostico positivo, pero que a día de hoy no han sido curados, algo que pone en riesgo severo su salud.
"El camino hacia la cura de la hepatitis C arranca con el diagnóstico. Saber que se tiene el virus es el primer paso. A partir de allí, hoy están dadas todas las condiciones para curarse rápidamente de una enfermedad grave, potencialmente mortal. El médico tratante tiene que indicar el tratamiento curativo y el prestador de salud proveerlo. En el caso del Estado, ya se compraron más de 2000 tratamientos y está garantizado el acceso a estos", describió Rubén Cantelmi, paciente curado y presidente de la Asociación Civil Buena Vida.
Además, "esta compra reciente que concretó el Estado incluye los más modernos medicamentos 'pangenotípicos', que significa que pueden curar cualquier genotipo o "subtipo" del virus e inclusive a casos de estadio avanzado de daño hepático o con enfermedad renal como comorbilidad. Garantizadas las condiciones de acceso al diagnóstico y al tratamiento nos obliga a reforzar que no hay tiempo que perder en esta batalla a la erradicación del virus", remarcó el Dr. Ezequiel Mauro, médico hepatólogo, Coordinador del Programa Nacional de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la Nación.
Para cuando surjan obstáculos para identificar a profesionales de la salud que atienden en distintas zonas del país o en el acceso a estudios de control o a la medicación, Buena Vida brinda asesoramiento a través del 0800-220-0288 gratuito de lunes a viernes de 10 a 18.
"En ocasiones, pacientes con diagnóstico positivo de hepatitis C nos refieren que sus médicos prefieren esperar para indicar el tratamiento, porque su enfermedad no está muy avanzada, por lo que consideran que la obra social, la prepaga o el Estado le demorarán la entrega de medicación. Esto no solo no tiene sustento científico, sino que culmina en un grave error. Lo cierto es que las Guías de Diagnóstico y Tratamiento de este virus en Argentina y en el mundo establecen que todos deben tratarse, independientemente del grado de avance de la enfermedad. De hecho, cuanto antes uno se cure, menos daño presentará en el hígado y mejor salud general tendrá el paciente. Finalmente, es importante destacar que no hay ninguna reglamentación que impida el acceso al tratamiento en función de la gravedad, sino que -por el contrario- desde el Ministerio de Salud se entregan con cobertura de forma universal", agregó Cantelmi.
"No es la situación más habitual. De hecho, en Buena Vida estamos muy entusiasmados con el trabajo conjunto que venimos realizando con la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE), estableciendo puentes en distintas ciudades del país adonde estamos empezando a tener presencia y la sociedad médica nos va abriendo puertas para generar vínculos con los médicos del lugar y poder desarrollar juntos iniciativas de concientización, generar grupos de acompañamiento y ayudar a los pacientes en forma integral", sostuvo Mauro Fernández, Referente de la región Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, con base en Junín, y Coordinador del Programa de Formación de Referentes de Buena Vida, que ya cuenta también con representantes regionales en Córdoba, Santa Fe, San Juan y Santiago del Estero.
La hepatitis C, riesgo y detección
El virus de la hepatitis C no duele, no te pone amarillo, no te da síntomas de ningún tipo; pasa inadvertido durante décadas hasta que se manifiesta, pero -mientras tanto- puede ir dañando lentamente y en forma irreversible al hígado, un órgano indispensable para vivir.
Todos podemos haber estado expuestos al virus sin saberlo, porque se contagiaba por contacto con sangre contaminada, sobre todo años atrás cuando no se tomaban todas las medidas de esterilización en el odontólogo o en la manipulación de instrumental quirúrgico en general, en tratamientos de belleza, en la realización de tatuajes y la colocación de piercings. También son vías de contagio las afeitadoras o inclusive los cepillos de dientes.
"Hoy hay más conciencia y mejores prácticas, por lo que consideramos que es mucho más bajo el riesgo de contagiarse. Sin embargo, nos preocupan todos los que contrajeron el virus entre los años 80 y 90 y vienen conviviendo con la infección hace algunas décadas. Llevan consigo una bomba de tiempo y la enorme mayoría no solo no lo sabe, sino que hoy tienen la gran oportunidad de curarse", reconoció Rubén Cantelmi.
"Venimos realizando un esfuerzo grande junto con los equipos de salud, las sociedades científicas, las organizaciones de pacientes y autoridades de los diferentes Sub-sistemas de Salud, cuya finalidad es darle prioridad en la agenda a la hepatitis C. Desde el descubrimiento del virus hace 30 años, y por el que recientemente fueron reconocido los descubridores del virus con el Premio Nobel de Medicina 2020, la enfermedad ha tenido su punto de inflexión en el devenir de nuevos antivirales de acción directa, los cuales logran curar a casi la totalidad de las personas en tan solo 8 ó 12 semanas, lo que disminuye el riesgo de cirrosis, carcinoma hepatocelular y muerte", agregó el Dr. Mauro.
Es entendible la preocupación general ante la pandemia de COVID-19, "pero muchas otras condiciones de salud como las enfermedades del hígado son preocupantes y las personas tienen que hacer algo al respecto. En el caso de las hepatitis virales, desde Buena Vida, y alineados con los especialistas, insistimos en que todos los mayores de 18 años y mujeres gestantes se efectúen el test de hepatitis B y C, al menos una vez en la vida: es un sencillo análisis de sangre, que se le puede exigir al médico que lo indique entre los controles de rutina, dado que es una de las recomendaciones actuales a nivel mundial y nacional.", completó Mauro Fernández.
En nuestro país habría más de 300 mil personas con hepatitis C, pero la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) sostiene que el 70% lo desconoce. Aprovechando que este 28 de julio se conmemora el Día Mundial de las Hepatitis Virales, la Asociación Buena Vida se suma a la campaña internacional para 'encontrar a los millones que faltan', en relación con ese dramático nivel de subdiagnóstico de esta enfermedad tan frecuente como silenciosa, tan grave como desatendida inclusive por muchos pacientes que ya saben que la tienen.
"En estos tiempos en los que todos estamos preocupados por el impacto de la pandemia de COVID-19, nosotros redoblamos nuestros esfuerzos para que no se desatiendan enfermedades hepáticas como la hepatitis C. En ella se da la paradoja de que miles de personas recibieron el diagnóstico, generalmente en forma casual -por ejemplo, al donar sangre- pero no hacen nada al respecto. No le dan importancia porque el hígado no duele, por miedo a enfrentar esa realidad, por no saber a dónde acudir o porque creen que no tiene remedio. Todo lo contrario, es muy fácil curarse y evitar todas las complicaciones severas que puede generar", reveló Rubén Cantelmi, paciente curado y presidente de la Asociación Buena Vida.
Desde la asociación, reconocieron que es ambicioso el objetivo de la Alianza Mundial contra las Hepatitis que propone 'encontrar a los millones que faltan', y que también lo es el desafío de la Organización Mundial de la Salud de eliminar la enfermedad para 2030. Sin embargo, están convencidos de que cada persona que ayudan a que se cure es un logro inmenso porque consiguen evitar que en el futuro desarrolle cirrosis, cáncer hepático o necesite un trasplante, y los acerca un poco a esas metas globales.
Una clara muestra de las dificultades que plantea esta enfermedad son las cifras desoladoras que presentó recientemente el Programa Nacional de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la Nación: solamente el 4,5% de los pacientes recorre el sistema de salud hasta que llega a curarse; el resto se queda en el camino.
"Si alguien con hepatitis C llama a nuestro 0800 o nos escribe por redes sociales, entra en un circuito en el cual lo vamos a acompañar -en forma completamente gratuita- desde ese momento y hasta que reciba la confirmación de que se curó. Porque sabemos que en el camino surgen muchos obstáculos que hacen que la enorme mayoría no llegue a curarse (tal como se ve en las estadísticas oficiales). Conocemos esos obstáculos y estamos para ayudar a la gente a superarlos", agregó Cantelmi.
A diferencia de la mayoría de las enfermedades graves y frecuentes, ésta se puede curar en más del 98% de los casos, en 8 a 12 semanas, con medicamentos que están aprobados y disponibles en nuestro país y que cuentan con cobertura, aunque más de una vez haya que reclamarla sistemáticamente.
La hepatitis C es una condición sumamente frecuente, que afecta a cerca de 400 mil argentinos, y es una enfermedad curable en más del 98% de los casos. El problema más grave es que 7 de cada 10 portadores del virus no saben que lo tienen. Ante este panorama, el involucramiento de distintas especialidades de la Medicina en el tema despierta entusiasmo y se propone como una posible estrategia para llegar más lejos mejorando el diagnóstico.
La Asociación Médica del Hospital de Clínicas ‘José de San Martín’ y la División de Gastroenterología de la misma institución organizaron el Simposio Universitario de Actualización en Hepatología y Gastroenterología, evento que tuvo lugar el 1 y 2 de noviembre en la sede de la Facultad de Medicina de la UBA. Entre los temas principales de la jornada, se destacó el abordaje de la hepatitis C e integraban el auditorio médicos clínicos, hepatólogos, gastroenterólogos, infectólogos, diabetólogos, reumatólogos, hematólogos y nutricionistas, entre otras especialidades.
“Tenemos una deuda enorme con respecto al diagnóstico de enfermedad, por lo que una posible solución es su abordaje interdisciplinario. Por eso es importante que muchas otras especialidades de la Medicina conozcan esta enfermedad tan frecuente, silenciosa y dañina. Si el diabetólogo, el reumatólogo o el hematólogo detectan a un portador de este virus, el paso siguiente será su derivación al hepatólogo, que es quien mejor seguirá al paciente en su proceso hacia la cura, pero es muy importante que entre todos trabajemos para encontrar a los pacientes”, sostuvo el Dr. Esteban González Ballerga, médico hepatólogo, Jefe del consultorio externo de Gastroenterología del Hospital de Clínicas ‘José de San Martín’.
Son muchas las enfermedades en las que es sumamente importante su detección a tiempo. “Uno puede mencionar por ejemplo al cáncer de colon o la celiaquía, entre muchas otras. Sin embargo, el caso de esta enfermedad hepática es alarmante por lo paradójico, dado que es una enfermedad que se cura y cientos de miles de argentinos no saben que la tienen”, describió el Dr. González Ballerga.
Toda persona mayor de 50 años, crea o no crea haber estado expuesto a los que se consideran factores de riesgo, debería realizarse al menos una vez en la vida el test de la hepatitis C, que es un sencillo análisis de sangre, que puede agregarse a los chequeos de rutina que le solicita su médico de cabecera.
Este virus se transmite por contacto con sangre contaminada. Quizás sea la contrajo en forma involuntaria por una transfusión sanguínea, por una mala esterilización de instrumental médico en procedimientos quirúrgicos o por compartir elementos de higiene personal como cepillos de dientes o afeitadoras. Los instrumentos para la realización de tatuajes o piercings pueden transmitir el virus si no se toman las medidas necesarias, al igual que determinados tratamientos de belleza, entre otras vías.
La gran mayoría de las veces, los pacientes se sorprenden ante el diagnóstico y llegan a él en forma casual, al intentar donar sangre, por ejemplo. Es necesario ganar tiempo porque el virus va dañando progresivamente al hígado, pudiendo llegar a producir cirrosis o cáncer hepático y requerir trasplante. Por lo tanto, cualquier profesional de la salud puede sugerirle al paciente realizarse el test, más allá de que éste presumiblemente haya incurrido o no en alguna práctica de riesgo.
Respecto de la realización de una capacitación como la que tuvo lugar en la Facultad de Medicina de la UBA, el Dr. González Ballerga sostuvo que hoy todas las especialidades enfrentan un gran desafío para estar al día con todos los avances de su área de conocimiento y a la vez intentar desarrollar una mirada integral, holística del paciente y de su condición.
“Es tanto lo que cada médico debe leer para estar actualizado en su especialidad, que no alcanza el tiempo para lograrlo. En ese sentido, eventos como éste nos ayudan a compartir conocimiento en forma simplificada, de la mano de referentes. Son temas con los que se convive a diario como el hígado graso, la hepatitis C o la cirrosis. Son algunos de los grandes problemas que tiene hoy la salud pública”, agregó el especialista.
La agenda de la actividad para profesionales de la salud incluyó también otros temas como hígado graso, cirrosis, enfermedad inflamatoria intestinal, celiaquía, microbiota y trasplante de material fecal.
Hepatólogos y gastroenterólogos alertaron sobre nuevos casos de hepatitis A y B, al tiempo que reconocieron que quizás sean condiciones algo ‘desatendidas’, puesto que no se han logrado las tasas de vacunación necesarias y se han ‘relajado’ las campañas masivas de concientización. En el marco del Día Mundial de la Salud Digestiva, que este año se centra en las hepatitis virales, la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) y la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) se reunieron para concientizar sobre este problema de salud pública.
“Las hepatitis virales son una verdadera preocupación a nivel internacional. Por eso, este año la Organización Mundial de Gastroenterología las eligió como tema central para nuestro Día Mundial de la Salud Digestiva, que es una oportunidad inmejorable para concientizar”, refirió el Dr. Ubaldo Gualdrini, médico gastroenterólogo, actual presidente de la SAGE.
El caso de la hepatitis C es paradigmático y se viene hablando mucho al respecto en los últimos años. Pocas veces en la historia de la humanidad se contó con la posibilidad de eliminar una enfermedad así de grave y prevalente. Cualquiera pudo haber estado expuesto al virus sin sospecharlo porque se contagia fundamentalmente por el contacto con sangre contaminada o con instrumental médico, odontológico o cosmético que estuviera en contacto con el virus y fuera mal esterilizado.
“Se ha identificado que las personas nacidas entre 1945 y 1975 tienen mayor prevalencia de infección por virus C. Se recomienda que todas las personas se realicen el test para hepatitis C al menos una vez en la vida”, refirió la Dra. Nora Fernández, médica hepatóloga, miembro de SAGE y de la AAEEH. De los cerca de 400 mil infectados que se estima que hay en Argentina, 6 ó 7 de cada 10 no saben que lo están.
El Dr. Ezequiel Ridruejo, expresidente de la AAEEH, subrayó que la actualización 2018 de las guías de tratamiento, “ya incluye contemplar ahora a los individuos con manifestaciones leves, con estadios de fibrosis hepática leve a moderada, y que el objetivo es tratar a todos los pacientes portadores del virus C, independientemente del estadio de la fibrosis hepática que presenten.
Respecto de la hepatitis B, en Argentina, el 45% de los casos de hepatitis fulminante y que requieren trasplante hepático son por este virus. No contamos con datos poblacionales, pero se estima que hay unas 150 mil personas que portan el virus y 3 de cada 10 requerirán trasplante de hígado si no se las detecta y trata a tiempo. Es grave, pero lo que sorprende es estar viendo nuevos casos de una enfermedad evitable a través de vacunas y medidas sencillas de prevención. Desde 2012, la vacuna está disponible de forma gratuita para toda la población en los vacunatorios de todo el país.
No obstante, las tasas de vacunación son subóptimas. “Quienes no tengan claro si se dieron las tres dosis indicadas, pueden realizarse un sencillo análisis que mide la presencia de anticuerpos y así sacarse la duda. Vacunados no contraemos el virus y no lo contagiamos. Es una responsabilidad de todos cumplir con el calendario de vacunación obligatorio”, remarcó el Dr. Ezequiel Ridruejo.
Las vías de contagio son muy concretas y similares a las del VIH. Es posible que dos factores hayan influido en los nuevos casos de hepatitis B: “por un lado, la mejora de los tratamientos contra el VIH, que lograron cronificar una enfermedad que había sido muy difícil de tratar décadas atrás. Por otro lado, se hicieron más esporádicas las campañas masivas de concientización, entonces como sociedad nos hemos relajado y si no se toman medidas para prevenir el VIH, tampoco se está previniendo la hepatitis B”, sostuvo la Dra. Beatriz Ameigeiras, médica hepatóloga, presidente de la AAEEH.
Los principales factores de riesgo para contraer hepatitis B son tener madre y hermanos VHB-positivos, uso inadecuado de procedimientos médicos, comportamiento sexual de riesgo, uso de drogas inyectables, hemodiálisis, transfusiones sin el control adecuado (actualmente, es obligatoria su detección), piercings y tatuajes sin la esterilización necesaria, y ser VIH-positivo, entre otros.
“Es necesario agotar todas las oportunidades como esta que se nos presenta, para difundir la magnitud del problema que representan las hepatitis virales tanto para las personas afectadas como para el sistema de salud, y para educar acerca de las medidas de prevención, las oportunidades de diagnóstico y las posibilidades de curación”, puntualizó la Dra. Nora Fernández.
Hepatitis A en edad escolar
Argentina fue modelo en la implementación de un programa de vacunación contra la hepatitis A con una sola dosis, que luego fue replicado a nivel internacional. Lamentablemente, hoy estamos ante nuevos casos de hepatitis A en edad escolar, algo que parecía parte de un pasado dejado atrás. Ya reportó casos de este tipo en niños que no estaban vacunados el Dr. Guillermo Tsartiksian, Jefe de Hepatología del Hospital ‘Cosme Argerich’.
“Éramos un ejemplo en la lucha contra este virus, que además representaba la primera causa de trasplante hepático en edad pediátrica, pero habíamos logrado que desapareciera. Seguramente, también por tasas de vacunación por debajo de las deseables, estamos volviendo a ver casos”, explicó el Dra. Ameigeiras.
Los pediatras son muy conscientes y están convencidos de la necesidad de que los niños tengan al día el calendario de vacunas. Son unos verdaderos aliados en este tema, por eso es importante que en la consulta médica siempre consulten a los padres al respecto. El estado debe reforzar el control sanitario del alumnado.
Los síntomas de la hepatitis A pueden ser fiebre, malestar general, falta de apetito, náuseas, dolor abdominal, color amarillo de la piel y mucosas, e hígado agrandado.
“No deberíamos estar frente a este retroceso, pero nos da la pauta de que las campañas de concientización deben ser constantes, tanto en lo que respecta a prevención a través de vacunación, como con medidas concretas que debe tomar cada persona para evitar un contagio. “Ciertamente, el daño que pueden ocasionar estas enfermedades es severo, pero contamos con armas muy contundentes para evitarlo”, remarcaron desde la SAGE.
La Dra. Fernandez refirió que esto debe representarnos como sociedad “una alarma respecto del cumplimiento de las recomendaciones de vacunación y a la probable falla en el conocimiento o en la aplicación de las medidas de prevención de estas infecciones tales como el lavado de manos o las relaciones sexuales protegidas”.
Campaña Nacional de Detección de Hepatitis C
Durante la primera quincena de junio, se llevará adelante la edición 2018 de la campaña de detección de hepatitis C en Argentina, a cargo del Laboratorio Nacional de Referencia para Hepatitis Virales del Instituto ‘Dr. Carlos Malbrán’, en conjunto con la AAEEH.
Se realizarán 3.600 pruebas rápidas en forma gratuita y se compartirá información escrita de concientización sobre hepatitis virales en más de 29 hospitales de 18 de provincias del país. En particular, esta vez la estrategia consistirá en lo que los epidemiólogos conocen como ‘microeliminación’, que consiste en que implica concentrar los esfuerzos de detección en determinados grupos que presentan estadísticamente mayor vulnerabilidad a la infección por el virus de hepatitis C.
“De esta manera, se apuntará a grupos como pacientes con HIV, hemofilia o que han recibido un trasplante, veteranos de guerra o personas con cirrosis descompensada y quienes hayan sido usuarios de drogas inyectables”, explicó el Dr. Jorge Enrique González, Jefe del Servicio de Hepatitis y Gastroenteritis del Laboratorio Nacional de Referencia para Hepatitis Virales del Instituto ‘Carlos G. Malbrán’.
Quienes estén interesados en participar de esta campaña, podrán conocer qué centro de salud cercano a su hogar participa de la iniciativa en www.anlis.gov.ar y en www.hepatitisviral.com.ar.
Una nueva combinación de fármacos contra todos los genotipos del virus de la hepatitis C podría curar a 10 pacientes en Latinoamérica al mismo precio de lo que hoy cuesta curar a uno solo, según se anunció este fin de semana en el 18 Congreso Internacional de Enfermedades Infecciosas (ICID 2018), llevado a cabo del 1 al 4 de marzo en Buenos Aires, Argentina.[1]
La iniciativa, fruto del acuerdo de laboratorios farmacéuticos de Argentina y Egipto, y de dos organizaciones sin fines de lucro abocadas a las enfermedades olvidadas, se basa en la combinación de dos antivirales de acción directa: una versión genérica de sofosbuvir (aprobado por la Food and Drug Administration de Estados Unidos en 2013 para la hepatitis C) y un fármaco experimental, ravidasvir. El precio diana en la región para el curso de 12 semanas de tratamiento sería de $500,00 USD, lo que podría contribuir a cerrar la enorme brecha entre el número de pacientes infectados en la región y aquellos que efectivamente acceden a la medicación específica.
“No sé si se puede anticipar una fecha precisa… pero para 2020 podríamos tener algo [disponible]“, señaló a Medscape en Español la Dra. Graciela Diap, coordinadora médica en el programa de hepatitis C de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi), una organización de investigación y desarrollo sin fines de lucro con sede en Ginebra, Suiza.
Ravidasvir (PPI-668) es un nuevo inhibidor de la proteína no estructural 5A (NS5A) del virus de la hepatitis C, desarrollado por la compañía estadounidense Presidio Pharmaceuticals. En un estudio clínico de fase 3 realizado con 300 pacientes con hepatitis C crónica y genotipo 4 en Egipto, ravisdavir (200 mg/día durante 12 a 16 semanas) en combinación con sofosbuvir, exhibió una tasa de cura del 100% en participantes sin cirrosis y del 94% en quienes presentaban cirrosis.[2]
La Dra. Diap también informó que durante el 2018 esperan completar un estudio más chico en Sudáfrica, con pacientes con el genotipo 5, “para estar seguros de que todos los serotipos estén bien representados [en la fase clínica] y el producto se pueda registrar como pangenotípico”. Asimismo, otros estudios en Ucrania y Camboya van a aportar datos sobre la eficacia y seguridad del tratamiento en poblaciones especiales, como los usuarios de drogas intravenosas.
De completarse con éxito la fase clínica y los trámites regulatorios, la combinación sofosbuvir/ravidasvir se sumaría a los tratamientos pangenotípicos ya aprobados: sofosbuvir/velpatasvir, sofosbuvir/daclatasvir, y glecaprevir/pibrentasvir. La ventaja de este tipo de esquemas es que evita la necesidad de costosos análisis previos de laboratorio para determinar el genotipo viral, lo que favorece un modelo simplificado de atención.
La principal diferencia con todos los predecesores de sofosbuvir/ravidasvir sería económica. Según datos que presentó durante la sesión el abogado Francisco Viega, consultor regional de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas en Río de Janeiro, Brasil, el costo actual del tratamiento con sofosbuvir/daclatasvir o sofosbuvir/velpatasvir en Colombia, Brasil, Chile y Argentina es, respectivamente, $10.000,00 USD, $6.200,00 USD, $12.000,00 USD y $7.800,00 USD, respectivamente. Los altos precios actúan como una barrera para el acceso: en esos cuatro países, el porcentaje de pacientes tratados oscila entre el 0,4% y el 9,3%, señaló Viega.
“Si bien el costo de fabricar ravidasvir es potencialmente mayor que algunos antivirales de acción directa, gracias al compromiso asumido por todos los integrantes de esta colaboración, se calcula que el precio objetivo de la nueva combinación ravidasvir/sofosbuvir se situará por debajo de los $500,00 USD en Latinoamérica”, señaló este lunes 5 un comunicado de prensa conjunto de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas y sus socios, la organización no gubernamental Mundo Sano y las compañías farmacéuticas Elea Phoenix (Argentina) y Pharco (Egipto).[3]
De acuerdo con la Dra. Diap, el precio del medicamento se podría reducir aun más en función del volumen de ventas. Y también vaticinó que su lanzamiento va a promover una reducción del precio de los productos ya existentes, como ha ocurrido en todos los países donde hay competencia por genéricos. “Pero es importante la voluntad política de las autoridades… para que puedan hacer uso de las flexibilidades de los acuerdos de comercio respecto de las patentes, de modo tal de establecer un equilibrio más razonable entre los intereses comerciales y la salud pública”, dijo a Medscape en Español.
En la región de las Américas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se estima que solo una de cada cuatro personas con la infección crónica por el virus de la hepatitis C es diagnosticada. Y esa proporción cae al 14% cuando se considera solo a Latinoamérica y el Caribe. El acceso a la medicación tampoco es alentador: en 2016, solo se trató el 16% de los pacientes diagnosticados (5% en Latinoamérica y el Caribe).[4]
“El elevado precio de los medicamentos no es la única barrera para disminuir la carga de la enfermedad. Pero es una de las principales: la seguridad social no quiere invertir en diagnóstico, educación o entrenamiento del personal de salud si después el costo de los tratamientos es muy alto”, dijo a Medscape en Español otro de los expositores, el Dr. Marcelo Silva, jefe de Hepatología y Trasplante del Hospital Universitario Austral, en Pilar, Buenos Aires, y expresidente de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH).
El Dr. Silva, que no tiene ninguna relación con el nuevo medicamento, consideró que es muy positivo que se desarrollen alternativas terapéuticas más económicas que sigan el camino de los estudios clínicos para documentar su eficacia y seguridad. “Los países con ingresos medios son los menos beneficiados, porque no tienen la opción de trabajar con genéricos y tampoco los recursos de los países de altos ingresos. Por eso es necesario disminuir los costos de los tratamientos”, instó.
Al cierre de su disertación, la Dra. Diap recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que, habría que tratar a cuatro millones de personas por año para lograr eliminar a la hepatitis C como una amenaza para la salud pública.[5]
Y, sin embargo, dijo, desde que salieron al mercado los antivirales de acción directa contra el virus de la hepatitis C en 2013, solo se trataron cinco millones de personas. “Es lamentable, pero podemos cambiar la situación. Creo que podemos empezar a escribir una linda historia exitosa”, concluyó la especialista.
La Dra. Diap y el Sr. Viega trabajan en Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi). El Dr. Silva ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Fuente: Medscape