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La inflamación crónica es un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de colon y los pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales tienen más posibilidades de padecerlo. Sin embargo, aún se desconocen los detalles moleculares de la relación entre cáncer e inflamación.

Una nueva investigación realizada por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, en colaboración con la Universidad Técnica de Dinamarca y la Universidad de Stanford (Estados Unidos), abre la puerta a profundizar en el estudio de esta relación, ya que ha identificado dos proteínas implicadas en la inflamación como marcadores de diagnóstico del cáncer de colon y de la colitis ulcerosa. Dada la alta mortalidad de este tipo de cáncer, disponer de estos marcadores de riesgo en etapas tempranas podría contribuir a mejorar las tasas de supervivencia.

La inflamación es una respuesta defensiva compleja del sistema inmunitario que se activa para proteger al organismo de estímulos dañinos e iniciar procesos de curación y regeneración. La inflamación crónica o patológica es también una de las causas relacionadas con el desarrollo del cáncer. Muchos equipos de investigación están centrados en desentrañar el papel de la inflamación en el cáncer con el objetivo de buscar mejores terapias antitumorales.

En el nuevo estudio, los investigadores analizaron los niveles de las proteínas p38-gamma y p38-delta, reguladoras de la inflamación, así como su mecanismo de activación y los niveles de expresión de sus ARNs mensajeros, en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal y cáncer colorrectal.

Hemos observado que, en los pacientes enfermos, los niveles de p38-delta disminuyen, mientras que los de p38-gamma aumentan, en particular la activación, causada por fosforilación, de esta proteína, destaca Ana Cuenda, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), adscrito al CSIC. La detección de estos cambios en muestras de plasma facilitaría el empleo de estas proteínas como marcadores mediante biopsia líquida, indica.

Pilar Fajardo, primera autora del trabajo y también investigadora del CNB, destaca: El aumento de los niveles de p38-gamma está relacionado con la expresión de proteínas implicadas en la inflamación y la respuesta inmunitaria, como IL-6 y CCL5, proteínas relacionadas con tumores, como MMP9 y TIMP1, y otras moléculas igualmente implicadas en procesos inflamatorios y en el desarrollo de cáncer”. “Esto sugiere que p38-gamma puede tener valor clínico para detectar el riesgo en una etapa temprana y lograr mejorar las tasas de supervivencia, asegura.

El abordaje en esta investigación ha sido integral, destacan Cuenda y Juan José Sanz-Ezquerro, investigador del CNB, pues hemos utilizado muestras humanas de plasma sanguíneo, se han analizado diferentes bases de datos de ARNm de pacientes humanos y hemos generado órganos miniaturizados (u organoides) derivados de tumores de pacientes, en colaboración con un equipo del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols (IIB), centro que depende del CSIC y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en España.

Además, los autores del nuevo estudio han empleado un modelo de cáncer de colon asociado a colitis en ratón, donde han visto que, en ausencia de estas proteínas, los animales tienen menos inflamación y desarrollan menos tumores. En este modelo, los resultados han sido similares a lo observado con muestras humanas, lo que refuerza la generalidad del mecanismo descrito. El estudio se titula ”p38γ and p38δ as biomarkers in the interplay of colon cancer and inflammatory bowel diseases. Y se ha publicado en la revista académica Cancer Communications.

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Cuando se produce una infección o un daño en los tejidos, el organismo reacciona activando la respuesta inmune inflamatoria que rechaza la infección o repara el tejido dañado. Sin embargo, en ocasiones un exceso de inflamación puede causar el efecto contrario y provocar un daño mayor, como sucede en las alergias o enfermedades autoinmunes.Ahora, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) descubrieron un nuevo mecanismo de control de la inflamación que permite manejar el daño asociado a la respuesta inmunitaria. El estudio se publica hoy en la revista científica Science.

 

La inflamación es un mecanismo de defensa que facilita la llegada de células del sistema inmunitario al lugar donde se ha producido la agresión, por ejemplo, al páncreas durante una pancreatitis o al corazón en situaciones de infarto. La función de estas células inmunitarias es eliminar el daño causante de dicha inflamación y contribuir a la reparación del tejido dañado.

“Los neutrófilos son las primeras células inmunitarias que llegan al foco infeccioso o inflamatorio, con el objetivo de eliminar la agresión. Sin embargo, son muy destructores y no actúan únicamente sobre la infección, sino también sobre el tejido al que llegan”, explica David Sancho, que dirige el laboratorio de Inmunobiología del CNIC que ha realizado el estudio.

Según Sancho, la eliminación de la lesión conlleva un daño a los propios tejidos. Este proceso se conoce como inmunopatología, ya que se trata de un daño en el tejido causado por nuestro propio sistema inmunitario. “Por ello resulta importante caracterizar cómo nuestro sistema inmunitario puede controlar la respuesta inflamatoria de los neutrófilos para que no resulte dañina para nuestro organismo”, añade.

Este trabajo ha identificado que las células dendríticas, además de ser esenciales para dirigir la respuesta específica de los linfocitos T, también pueden controlar la infiltración de los neutrófilos en los tejidos y atenuar así la inflamación para evitar un daño excesivo en los tejidos.

La investigación se ha realizado en modelos de ratón, único sistema que reproduce la complejidad de las infecciones y procesos inflamatorios estudiados, y permite entender mejor cómo se regulan respuestas inmunopatológicas (dañinas) generadas por nuestras propias defensas.

Regulación del sistema inmunitario

Las células dendríticas, señala Carlos del Fresno, primer autor del artículo, “producen factores que atraen a los neutrófilos al foco inflamatorio, como es el caso de la quimioquina Mip-2. Y, al mismo tiempo, estas células dendríticas también expresan en su superficie un receptor llamado DNGR-1, capaz de reconocer el daño en los tejidos. Esto se debe a que identifica componentes del interior de las células, que solo son accesibles cuando la célula está dañada o `rota¿”.

“Así, cuando DNGR-1 detecta dicha lesión ¿aclara del Fresno¿, detiene la capacidad de las células dendríticas de producir Mip-2 y, por tanto, reduce la llegada de neutrófilos al órgano dañado. De esta forma se evita que se genere una lesión mayor, que puede llegar incluso a comprometer la integridad del organismo”.

Entender cómo funciona la regulación del sistema inmunitario, tanto en su lado positivo de lucha contra la infección o el cáncer o favoreciendo la reparación de tejidos, como en su lado negativo en el que puede provocar exceso de daño inflamatorio durante una infección, reacción alérgica o enfermedad autoinmune es muy importante, subraya Paula Saz, coprimera autora del trabajo.

“En el sistema inmunitario siempre se produce este equilibrio, y aprender a controlarlo es la clave para poder luchar contra muchas enfermedades que tienen un componente inmunitario”, afirma.

Según los investigadores del CNIC, este conocimiento podría aplicarse a enfermedades en las que la llegada masiva de neutrófilos contribuye al desarrollo de la patología, tanto durante procesos infecciosos como en el daño de tejidos como consecuencia, por ejemplo, de un infarto de miocardio.

Fuente: Jano On Line / COFA

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