El grupo de Reumatología del Complejo Hospitalario Universitario da Coruña (Chuac), en colaboración con el equipo Biofarma de la Universidad de Santiago, ha descubierto cómo frenar el avance de la artrosis, que degenera los cartílagos, utilizando fenofibrato, un fármaco común, libre de patente y utilizado para el tratamiento de alteraciones metabólicas como la dislipemia, caracterizada por la alta de concentración de lípidos como el colesterol o los triglicéridos en sangre.
Hasta ahora, los soluciones contra la artrosis se centraban en tratar los síntomas, como el dolor o la inflamación. Sin embargo, gracias a este hallazgo se abre la puerta a la posibilidad de elaborar un medicamento indicado para estas patologías endocrinas, según los resultados de su investigación, que han sido publicados en la revista médica EbioMedicine.
El fenofibrato “presenta la ventaja de que es un fármaco ya aprobado por la FDA norteamericana y la Agencia Europea del Medicamento (EMA), por lo que no sería necesario realizar ensayos clínicos para probar su seguridad
De entre los fármacos que disponibles en el mercado, cuyo cribado se realizó en la quimioteca del grupo Biofarma, dirigido por Mabel Loza en la Universidad de Santiago, los investigadores buscaron uno que tuviera propiedades senolíticas y así eliminar aquellas células que entran en senescencia, un proceso ligado al envejecimiento por el que las células dejan de dividirse, pero cuyos efectos se acumulan en el ADN causando el daño.
De esta forma, se pretendía eliminar de forma selectiva estas células envejecidas en el cartílago. Y encontraron que el fenofibrato no solo cumplía esta función, sino que también activaba la autofagia, un mecanismo de autolimpieza celular por el que estas eliminan sus desechos.
En total se analizaron 14 compuestos, de los cuales algunos de ellos también reunían estos requisitos. Sin embargo, se decantaron por el fenofibrato porque estaba libre de patente tras llevar más de diez años en el mercado y porque cuenta con un mecanismo de acción relacionado con el metabolismo de lípidos, un proceso clave en muchos tejidos.
“Lo que observamos -explica Caramés- fue que al eliminar las células senescentes de forma selectiva y al activar la autofagia mejoraba la función articular y se ponían en marcha los mecanismos de prevención de la enfermedad”.
Los estudios preclínicos ya han demostrado la eficacia del fenofibrato contra la artrosis, sin embargo, los investigadores quieren evidenciar estos resultados en ensayos clínicos con pacientes.
En un primer momento, se ha observado los efectos del fármaco en en muestras de tejidos de enfermos del servicio del Chuac y luego en una cohorte internacional de 5.000 pacientes, en una investigación en colaboración con dos grupos de Estados Unidos y uno de Rusia.
Se trataba de pacientes que además de artrosis, en algunos casos, presentaban alteraciones metabólicas para las que fueron tratadas con fenofibrato. Y en estos casos se observó una mejora en su función articular.
El siguiente paso para ritificar los resultados es realizar la prueba en pacientes de área de A Coruña. Si se demuestra la eficacia, el próximo paso sería pasar a los ensayos clínicos, algo para lo que el equipo español está buscando financiación.
“Estamos tocando a la industria farmacéutica y a las empresas biotecnológicas, porque estamos convencidos de que el fármaco funciona. Creemos que los pacientes pueden beneficiarse”, destaca Caramés.
Fuente: Redacción Médica – España / COFA
Una nueva estrategia experimental desarrollada por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge (Estados Unidos), permite a un fármaco contra la artrosis acceder al interior del cartílago de las articulaciones y regenerarlo. El avance, ensayado en ratas, supone un paso adelante para lograr un tratamiento que frene la progresión de esta enfermedad, para la que a día de hoy no existe cura.
La artrosis consiste en una degeneración progresiva del cartílago de las articulaciones a causa del envejecimiento o de lesiones. Esta patología afecta a 300 millones de personas en todo el mundo y no tiene marcha atrás, ya que el cartílago es un tejido que no se puede regenerar. Si bien hay terapias que pueden paliar los síntomas de la artrosis, a día de hoy no existe ningún tratamiento que pueda frenar su progresión. Cuando el tratamiento farmacológico no es suficiente, los pacientes pueden optar a someterse a una operación para introducir una prótesis en la articulación afectada, un procedimiento no exento de riesgos ni definitivo.
La artrosis consiste en una degeneración progresiva del cartílago de las articulaciones a causa del envejecimiento o de lesiones
Uno de los principales obstáculos es que los fármacos lo tienen muy difícil para acceder al cartílago. La mayoría se eliminan de las articulaciones antes de que puedan tener efecto o bien no pueden penetrar en el interior del cartílago, donde se encuentran las células que lo producen –los condrocitos–, de forma que no pueden llevar a cabo su función.
Los investigadores liderados desde el MIT han buscado una estrategia para sortear este escollo. Han diseñado un nanotransportador: una molécula que actúa como un vehículo capaz de introducirse dentro del cartílago y llevar un fármaco hasta los condrocitos. La molécula consta de una parte esférica a la que se unen el fármaco, estructuras en forma de rama con carga eléctrica positiva y un compuesto llamada PEG.
Ya que el cartílago tiene carga negativa, las cargas positivas del nanotransportador hacen que se adhiera al tejido. El PEG, por otra parte, le permite abrirse paso a través del cartílago y llegar hasta los condrocitos.
Los investigadores han diseñado un nanotransportador: una molécula que actúa como un vehículo capaz de introducirse dentro del cartílago y llevar un fármaco hasta los condrocitos
Según publican hoy en la revista Science Translational Medicine , los científicos añadieron al nanotransportador un fármaco llamado IGF-1, que estimula la producción de cartílago y la supervivencia y el crecimiento de los condrocitos. Para poner a prueba la estrategia, inyectaron el nanotransportador con el fármaco en las articulaciones de las rodillas de ratas que tenían artrosis por una lesión. El tratamiento redujo la degeneración del cartílago, la inflamación y la aparición de alteraciones del hueso relacionadas con la artrosis. En comparación con la inyección de IGF-1 solo, la combinación con el nanotransportador multiplicó por diez la vida media del fármaco en las articulaciones. Además, este se mantuvo en concentraciones efectivas en el cartílago durante treinta días, por lo que, potencialmente, una inyección bisemanal o mensual sería suficiente.
Por otra parte, los investigadores han comprobado en cartílago de vaca que la estrategia permite al fármaco atravesar grosores de este tejido de hasta un milímetro, una escala similar a la de las articulaciones humanas.
El nanotransportador podría adaptarse para cargar con otros fármacos y para tratar la artrosis asociada al envejecimiento. Antes de que pueda empezar a ensayarse en personas, no obstante, los autores deberán probarlo en otros animales más grandes, con articulaciones más parecidas a las humanas.
“Es un estudio muy interesante”, valora Josep Vergés, médico y presidente de la Fundación Internacional de la Artrosis (OAFI por sus siglas en inglés), que no ha participado en la investigación. Según Vergés, si llegase a aplicarse en personas y fuera igual de efectivo en ratas, la nueva estrategia podría mejorar la calidad de vida de los pacientes, ya que bastaría con una o dos inyecciones al mes. “Pero todavía hay que ver si se confirma en ensayos clínicos”, puntualiza Vergés, y añade que pueden pasar entre cuatro y ocho años antes de que la estrategia terapéutica esté disponible comercialmente.
Fuente: La Vanguardia – España / COFA