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Poder ir a la escuela, jugar con los amigos, dormir mejor, estar más alertas, enfermarse e internarse menos, reducir los niveles de ansiedad, mejorar el estado de ánimo, incrementar la productividad vinculada al aprendizaje y retomar las tareas habituales, son situaciones que muchos niños y niñas con epilepsia pueden recuperar cuando logran controlar sus crisis o convulsiones diarias. Aquellos con epilepsia refractaria, la que no responde a los medicamentos tradicionales, suelen presentar cuadros complejos con 5 o 10 y hasta 50 o 100 convulsiones por día, episodios que pueden afectar considerablemente la salud y la calidad de vida de quien las sufre y de todo su entorno familiar.

En el marco del 'Purple Day' (en español, 'Día Violeta'), una jornada internacional de concientización sobre la epilepsia que tiene lugar cada 26 de marzo, los y las especialistas destacaron que para estos casos un abordaje que les cambia la vida a muchos de estos niños y niñases la llamada 'terapia cetogénica'. La misma consiste en un tratamiento nutricional no farmacológico en base a modificaciones en la dieta, que implica la ingesta habitual de una serie de alimentos ricos en grasas y adecuados en proteínas y una menor ingesta de aquellos elevados en hidratos de carbono.

"La terapia cetogénica está indicada en pacientes con epilepsia refractaria, aquellos que no respondieron al tratamiento con al menos dos fármacos correctamente indicados según el tipo de síndrome epiléptico y con niveles en sangre en rango terapéutico. Diversas investigaciones muestran que cuando no se obtuvo una respuesta favorable con el tratamiento con dos fármacos, rápidamente hay que optar por opciones terapéuticas no farmacológicas", sostuvo la Dra. Lorena Fasulo, neuróloga infantil del Servicio de Neurología Infantil de la Clínica San Lucas de Neuquén.

Como resultados demostrados científicamente, la terapia cetogénica redujo un 50% la cantidad de crisis en el 85% de los niños/niñas tratados, de los cuales el 55% quedó libre de convulsiones. Adicionalmente, nuevas investigaciones evidencian también un efecto positivo de la terapia sobre el funcionamiento cognitivo y conductual de niños, niñas y adolescentes, reduciendo niveles de ansiedad, mejorando el estado de ánimo e incrementando la productividad vinculada al aprendizaje, cambios que fueron independientes del control de las crisis convulsivas.

"La terapia cetogénica es una herramienta que ha demostrado ser de mucha utilidad en la epilepsia refractaria, no solo en el control de las crisis, sino también en mejorar distintos aspectos de la calidad de vida de los y las pacientes. Sin embargo, todavía existen neurólogos y neurólogas que, por no tener todavía suficiente experiencia con este abordaje o acceso a un grupo de trabajo en dieta cetogénica, no la indican en etapas tempranas y la consideran una opción terapéutica de último recurso, perdiendo una oportunidad importante de tratamiento. También existen familias que son resistentes a iniciar este tratamiento, ya que es laborioso y requiere cierto reordenamiento de la rutina y costumbres del hogar", destacó la Dra. Fasulo.

"Otro de los factores que atentan contra su indicación es que en algunas regiones del país no existen todavía equipos multidisciplinarios entrenados en terapia cetogénica, aunque esto en gran medida ha podido resolverse satisfactoriamente con el tratamiento a distancia a través de la teleconsulta", agregó la especialista.

Los beneficios de la terapia cetogénica se producen porque el aporte elevado de grasas como principal fuente de combustible -en reemplazo de los carbohidratos- favorece la producción de compuestos químicos en el hígado llamados 'cuerpos cetónicos', que generan cambios en la actividad metabólica cerebral mediante varios mecanismos que contribuyen a controlar las crisis convulsivas.

Entre otros, los alimentos ricos en grasas (y adecuados en proteínas) que integran la terapia cetogénica son carnes, pollo, pescado, huevo, aceite, manteca, crema, frutas y verduras, mientras que los que se restringen al máximo son los ricos en hidratos de carbono, como cereales, papas, galletitas, choclo, batata o pastas. Como complemento, contribuye a la adherencia a la terapia la utilización de fórmulas nutricionales para la preparación de las comidas, que brindan los nutrientes necesarios para poder cumplir con los objetivos del tratamiento.

Desde Nutricia Bagó afirman que estas fórmulas nutricionales son preparados que no requieren demasiada elaboración y que se agregan a las comidas contribuyendo a acelerar el proceso de degradación de las cetonas, que es lo que produce el efecto anticonvulsivante. La provisión gratuita de las fórmulas nutricionales está cubierta por las obras sociales y prepagas (o por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social para quienes no cuenten con cobertura médica), por la Ley de Discapacidad (n°22.431 y n° 24.901) en los casos en que se tenga Certificado Único de Discapacidad (CUD), y por la Ley de Epilepsia (N° 25.404) para aquellos que no lo tengan.

"La dieta cetogénica clásica es la forma más estricta de terapia cetogénica. Se indica principalmente en niños y niñas pequeños. Habitualmente, este tipo de terapia se utiliza en promedio durante dos años. Algunos pacientes la mantienen por mucho más tiempo. Otros, luego de dos años de tratamiento, pasan a modalidades menos restrictivas como la Dieta Modificada de Atkins (DAM) o la de Bajo Índice Glicémico (BIG). Hay pacientes que por su edad o por el tipo de patología directamente inician su terapia cetogénica con las modalidades DAM o BIG", afirmó la Dra. Fasulo.

La epilepsia es una enfermedad neurológica, crónica y muy frecuente; se estima que en la Argentina se presenta en 1 de cada 100 personas. Afecta mayoritariamente a quienes están en la etapa de la niñez, generalmente menores de 5 años, y ente las causas se destacan malformaciones cerebrales de nacimiento y enfermedades de origen genético, pero también puede darse en la adolescencia, juventud y en personas adultas. En los mayores, suele originarse por traumatismos cerebrales, el desarrollo de un ACV o cuadros de demencia.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican unos 5 millones de casos en el mundo. Es una enfermedad que se caracteriza por crisis epilépticas, que son descargas eléctricas en diferentes partes del cerebro y que se manifiestan a través de convulsiones, contracciones musculares involuntarias, pérdida de la conciencia, alteraciones del movimiento, de los sentidos y de otras funciones cognitivas.

Extrapolando estadísticas internacionales de prevalencia de la epilepsia, que refieren entre 4 y 10 casos por cada mil habitantes y un 60% concentrado en niños o niñas, para la Argentina se considera que habría en total entre 132.000 y 264.000 niños/niñas con epilepsia. Si bien no hay cifras fehacientes sobre la prevalencia de las epilepsias refractarias, se estima que se presentan en hasta un 25% de los casos, lo que representaría potencialmente unos 50 mil niños/niñas en nuestro país con esta condición. 

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Una persona hospitalizada y con una inadecuada ingesta alimentaria, presenta un mayor riesgo de complicaciones como alteraciones de la inmunidad, retraso en la curación de heridas, disminución de la función muscular y un aumento de los tiempos de hospitalización, con el consiguiente perjuicio para el paciente y su familia y con mayores costos para el sistema sanitario. La malnutrición asociada a la enfermedad prolonga la rehabilitación pos internación, los tiempos de la curación y los de la reinserción social y laboral.

 

En la Semana de la Concientización de la Alimentación por Sonda, que se conmemora del 8 al 12 de febrero, los especialistas subrayan la importancia de que todos los profesionales de la salud contemplen esta modalidad de alimentación.

 

Los motivos por los cuales una persona no puede alimentarse de forma convencional, es decir, ingiriendo alimentos por boca, suelen estar asociados a trastornos de la deglución, aumento de los requerimientos  calóricos y proteicos que no se pueden cubrir únicamente por la vía oral, la imposibilidad de alimentarse por sus propios medios (como ante un estado de inconciencia) y las internaciones en terapia intensiva, todas situaciones que impactan negativamente en el estado nutricional del individuo", afirmó la Lic. en Nutrición Silvia Patricia Jereb, ex presidenta de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND) y ex jefa del Departamento de Alimentación del Hospital 'Prof. Alejandro Posadas'. 

Entre las condiciones más comunes por las cuales una persona puede llegar a presentar algunas de estas dificultades se encuentran, entre otros, los trastornos neurológicos y neuromusculares, incapacidad para tragar, malformaciones anatómicas o postquirúrgicas de la boca y el esófago y cáncer y trastornos digestivos.

La situación del paciente no tiene que ser necesariamente crítica para recurrir a la alimentación por sonda, técnicamente llamada 'nutrición enteral', sino que es una medida oportuna en cualquier otro momento y, en muchos casos, puede ser solo de carácter transitorio. Entre sus beneficios, permite mantener y/o mejorar el estado nutricional del paciente, agilizando su recuperación: un paciente mejor alimentado tiene mejores resultados clínicos.

"Pensemos en un adulto mayor que sufrió una fractura de cadera y que no se puede mover, al que se le pueden sumar también otros factores como depresión y anorexia, luego de optimizar la vía oral y no poder alcanzar los requerimientos nutricionales, alimentarlo por sonda le asegurará la nutrición necesaria para que se rehabilite rápidamente. También hay niños que tienen epilepsia refractaria y en muchos casos esta modalidad es la única manera de alimentarlos", sostuvo la Lic. Jereb, quien también se desempeña como gerente científica de Nutricia Bagó.

La nutrición enteral no es exclusiva de la hospitalización, sino que los pacientes pueden recibir soporte nutricional domiciliario también una vez que vuelven a su casa con su patología de base estabilizada. Esta modalidad reduce al 50% los costos con respecto al tratamiento hospitalario, además de que acorta la rehabilitación y los tiempos de la reinserción social y laboral.

El soporte nutricional tiene como objetivo cubrir las necesidades del organismo, aportando los nutrientes precisos en cantidad y calidad. Las dos modalidades de soporte nutricional son la enteral (aporte de nutrientes por vía digestiva, como la alimentación por sonda) y la parenteral (aporte de nutrientes por vía venosa).

La sonda de alimentación enteral es un tubo de calibre muy pequeño que ingresa por la nariz y puede llegar hasta el estómago o intestino. Es un procedimiento sencillo, no traumático e indoloro, que lo realiza personal altamente capacitado, en comunicación permanente con el paciente, contándole paso a paso la forma de colocación para que también participe. A través de la sonda se infunden fórmulas nutricionales que se denominan alimento para propósito médico específico, en dosis precisas, para cubrir los requerimientos de nutrientes de cada paciente en forma personalizada, en el marco de un tratamiento integral que implementa un equipo de nutricionistas, enfermeros, médicos, fonoaudiólogos, kinesiólogos, farmacéuticos y bioquímicos, entre otros.

"Son fórmulas nutricionales completas que brindan macronutrientes y todas las vitaminas y minerales necesarios para que la persona que está recibiéndolos tenga una alimentación adecuada y completa. Además, están ajustadas a determinadas situaciones del paciente: hay fórmulas diversas, por ejemplo, algunas con más proteínas y menos fibra y otras que son aptas para pacientes diabéticos; todas estas fórmulas tienen investigación científica detrás", indicó la Lic. Jereb.

Existen varios esquemas o modalidades para administrar las fórmulas enterales: durante todo el día (como cuando el paciente se encuentra en terapia intensiva), durante la noche o el día (si el paciente se encuentra trabajando o haciendo rehabilitación las horas restantes) y también durante varios momentos del día (infusión en el horario del desayuno, almuerzo, merienda y cena). Cada paciente tiene un plan de cuidado nutricional personalizado que estará a cargo del equipo multidisciplinario. 

"Nuestro desafío, aprovechando el marco de la Semana de Concientización sobre la Alimentación por Sonda, es que la comunidad médica reconozca la importancia de la nutrición como parte del tratamiento integral del paciente. Se ha educado mucho en la importancia de la implementación de la terapia nutricional en las primeras 48hs de ingreso de un paciente, pero todavía falta mucho camino por recorrer. Nuestro compromiso es con los profesionales de la salud y con los pacientes como centro del tratamiento", concluyó la Lic. Jereb.

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La elección de alimentos, el entrenamiento, la motivación, el estilo de vida y la ausencia de lesiones son factores que contribuyen a que la persona que hace ejercicio despliegue su potencial y alcance sus objetivos. Y con ese norte aparece un complemento, el conocido suplemento nutricional. Desde hace años que éste es un tema que arrastra ciertos prejuicios y desinformación.

De acuerdo a los resultados de un relevamiento llevado adelante por la encuestadora IPSOS a 1004 argentinos residentes del Área Metropolitana de Buenos Aires que realizan ejercicio frecuente, 7 de cada 10 consideran que los suplementos de proteínas son buenos complementos para la actividad física.

Hasta hace poco los suplementos de proteínas eran consumidos principalmente por atletas de competición o deportistas profesionales que pertenecían tal vez a una élite, pero esto ha cambiado. Hoy, crece su uso entre personas que llevan una vida activa, cuidan su alimentación, realizan ejercicio dos, tres o cuatro veces por semana, pero con fines recreativos o de búsqueda de una vida saludable.

“Llevar a cabo una alimentación completa, equilibrada y que logre cubrir todos los requerimientos nutricionales puede ser un verdadero desafío. Por eso, el uso de suplementos dietarios puede ser una herramienta muy útil para aquellas personas activas, que desean mejorar su rendimiento deportivo, su composición corporal, evitar lesiones y retrasar el envejecimiento”, explica Cecilia Martinelli, licenciada en Nutrición, docente de la Universidad de Belgrano e integrante del Comité Científico de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND).

Con robusta evidencia de sus beneficios y de su perfil de seguridad, y con el respaldo de una compañía en nutrición especializada como Nutricia Bagó, acaba de lanzarse Fortifit PRO, que contiene 25 g de proteínas de alta calidad y una combinación de nutrientes funcionales que colaboran en el fortalecimiento general y el desarrollo muscular del cuerpo. La carga proteica nutre los músculos, contribuye con la recuperación, la prevención del desgaste y la aparición de lesiones.

“Sumar colágeno, calcio y vitamina D a un suplemento de proteínas potencia el efecto de sus componentes, contribuyendo a mejorar la función muscular y osteoarticular”, agregó la Licenciada Martinelli.

 

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