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“Dicen que el pelo de María Antonieta se puso totalmente blanco justo antes de que la ejecutaran en la Revolución Francesa. Es una leyenda porque obviamente el efecto no puede ocurrir tan rápido… pero sí le pasó al ex presidente Barack Obama: había asumido con el pelo negro y en la mitad de su gestión estaba lleno de canas”. El que habla es Diego Rayes, un bioquímico de Bahía Blanca, investigador del Conicet, que dirige el trabajo diario de siete científicos en un laboratorio que hace cuatro años se dedica a estudiar gusanos. No de cualquier tipo: unos en particular (caenorhabditis elegans) que, dicen, tienen procesos comparables a los de los mamíferos; o sea, a los nuestros. Pero, ¿qué tienen que ver el cabello de la frívola archiduquesa de Austria, el de Obama y unos gusanos de Bahía Blanca?

El hallazgo fue publicado este miércoles en la edición online de la prestigiosa revista Nature, autoría de un grupo de científicos del Laboratorio de Neurobiología de Invertebrados del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca (INIBIBB-Conicet), de esos equipos que “la reman” en el accidentado mundo de la ciencia básica argentina. Los investigadores (bajo la dirección de Rayes y de la bioquímica María José de Rosa) entendieron el complejo proceso molecular que hace de puente entre dos hechos conectados: que altos niveles de estrés durante un tiempo prolongado pueden producir efectos negativos en la salud. E, incluso, acortar la vida.

El concepto “respuesta de escape”, cuando ante una situación de estrés el cuerpo genera una respuesta de lucha para lograr la adaptación al contexto, a través de una hormona llamada adrenalina, en el caso de los humanos, y tiramina, en los gusanos, es esencial para entender el todo. Es que, al menos en los humanos, la adrenalina aumenta la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos, dilata las vías aéreas, en fin, todo para garantizar, precisamente, el éxito del escape.

“La pregunta que nos hacíamos era por un hecho que está reportado en muchos animales, desde simples invertebrados, hasta aves, mamíferos y, claro, humanos. Y es por cómo se producen esos efectos particulares ante una respuesta de escape a una experiencia prolongada de estrés agudo. En esos casos, los animales empiezan a manifestar enfermedades relacionadas con la edad e incluso viven menos tiempo. Nos interesaba entender cómo se producía molecularmente ese proceso”, explicó Rayes.

Parece complejo, pero temas de todos los días, como la recomendación de ingerir alimentos y complejos vitamínicos con efecto “antioxidante” está vinculada al tema de estudio de este equipo bahiense, que en este informe trabajó en colaboración con científicos de la Universidad de Massachusetts.

Precisamente, Rayes habló del estrés, a partir de dos dimensiones: por un lado, el estrés “convencional”, por el cual se generan respuestas de escape. Pero además está el estrés oxidativo, que es una de las causas por las que los seres vivos envejecen. Según explicó Rayes, “hay un interruptor, una neurona que libera la hormona de escape, adrenalina o tiramina, que si bien debe ‘prenderse’ cuando el animal tiene que huir de una situación de estrés, también debería apagarse para responder al estrés oxidativo. Pero si se prolonga el tiempo del estrés, el cuerpo del animal no logra responder al estrés oxidativo”. Demasiados frentes para un solo cuerpo... 

¿Cómo se presentan estos efectos en los seres humanos? “Hay que aclarar que no fue el objetivo de nuestra investigación transpolar estos conceptos a las personas: nosotros hacemos ciencia básica. Pero para que la gente lo vea, en los últimos cinco o seis años surgieron estudios epidemiológicos que muestran que los individuos con estrés postraumático o ataques frecuentes de pánico, lo que hace que sus niveles de adrenalina estén altos, son más propensos a tener enfermedades neurodegenerativas más tempranamente, y tienen mayor prevalencia a la hipertensión, entre otras consecuencias”, explicó.

Desglosar en estas líneas el proceso molecular descubierto no es tarea sencilla, pero sí se puede hablar de las aplicaciones que podrían venir: “Entender estos mecanismos podría permitir ver si se pueden modular los efectos de algún modo. O sea, no podemos prevenir que haya activación de respuesta al estrés continuo, pero probablemente se puedan diseñar fármacos para aminorarlo”.

En este punto, sostener un círculo virtuoso entre la ciencia básica y la tecnología resulta clave. Pero no es fácil, dijo Rayes: "Además de que algunos insumos se compran en el exterior y tenemos subsidios en pesos, cuyas cuotas a veces se cobran con atrasos y tenemos que poner plata de nuestro bolsillo, otros reactivos, como en este caso la compra de adrenalina o tiramina, cuestan muchísimo más caros -comparados en dólares- en Argentina que, por ejemplo, en Estados Unidos o Europa”.

Y, hablando de estrés prolongado, concluyó: “Nos cuesta mucho convencer a los alumnos de que se quieran dedicar a esto. Claro que nadie espera hacer plata con la ciencia: sólo tener salarios medianamente competitivos”.

Fuente: Clarín salud

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La gente procesa mejor las malas noticias bajo estados de estrésporque las amenazas disuelven la tendencia humana de ser "demasiado optimista", según un estudio publicado este lunes en la revista especializada Journal of Neuroscience.

Investigadores de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey (EE.UU.) indujeron estrés a un grupo de personas en un experimento de laboratorio simulando varios eventos que producen agobio, como diciéndoles que tenían que realizar un discurso público por sorpresa.

Después de que sus niveles de nerviosismo aumentaran considerablemente, pidieron a los participantes que estimaran la posibilidad de que pudieran estar involucrados en un accidente automovilístico o ser víctimas de un fraude con tarjeta a lo largo de su vida, entre otras situaciones.

Más tarde, los científicos les preguntaron por escenarios positivos hipotéticos y solicitaron nuevas estimaciones.

El profesor de la Universidad de Princeton, Neil Garrett, y sus colegas efectuaron las mismas preguntas a otro grupo que no fue expuesto a situaciones de estrés.

Al final de las pruebas, el equipo liderado por Garrett comparó las respuestas de ambos grupos con la probabilidad real de que esas personas vivieran los escenarios descritos.

De acuerdo a los resultados, los participantes que no habían sido sometidos a momentos de agobio prestaron más atención a las buenas noticias y consideraron más posibilidades de que les ocurrieran que las malas.

Por el contrario, aquellos que sí fueron sometidos a situaciones de estrés no mostraron ese sesgo "demasiado optimista", según los autores, y mostraron un mejor procesamiento de las malas noticias, es decir, más ajustado a la realidad.

Estas conclusiones fueron similares en un análisis del mismo equipo científico sobre el cuerpo de bomberos del estado de Colorado, que experimentan períodos de estrés como parte de su trabajo.

Fuente: EFE / Clarín Salud

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Lunes, 04 Septiembre 2017 15:32

Mayor responsable

Así lo indicó un estudio publicado en The American Journal of Cardiology, que además detalló que las mujeres son dos veces más vulnerables.

 
 
Las personas con un alto nivel de estrés tienen un 27 por ciento más de riesgo de padecer una enfermedad cardíaca, reveló un estudio publicado recientemente por The American Journal of Cardiology, y el cardiólogo argentino Alejandro Deviggiano, advirtió que las mujeres son “dos veces más vulnerables” y llamó a “estar atentos a los síntomas”.

 

“El estrés puede causar síntomas físicos y emocionales, como depresión, ansiedad, irritabilidad, miedo, excesivo temor al fracaso, olvidos, dificultad para concentrarse, trato brusco hacia los demás, incremento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas y cambios físicos, como tensión muscular, manos frías o sudorosas, insomnio, dolores de cabeza e indigestión”, dijo a Télam Deviggiano con motivo del Mes del cuidado del corazón, que se conmemora cada septiembre.

Así, el estrés es un conjunto de reacciones del cuerpo frente a desafíos o demandas: “Se trata de un proceso natural que responde a nuestra necesidad de adaptarnos al entorno. Al contrario de lo que muchos creen, existe un tipo de estrés que es positivo y se produce en pequeños episodios, como por ejemplo cuando te ayuda a evitar determinado peligro o a cumplir con una fecha límite. Sin embargo, se vuelve perjudicial cuando es muy intenso o se incrementa a lo largo del tiempo”, detalló.

En cuanto a los tipos de estrés dañinos para el corazón, el también coordinador del Departamento de Estudios Cardiovasculares no Invasivos de Diagnóstico Maipú explicó que “el estrés constante puede tensionarlo de varias maneras: incrementando los valores de colesterol y los triglicéridos en la sangre y aumentando la presión arterial”, mientras que “el estrés extremo puede hacer que el corazón palpite fuera de ritmo”.

Con respecto a los tipos de estrés, el especialista mencionó el agudo y el crónico. “El primero es la forma más común y surge de las exigencias que nos imponemos nosotros mismos o los demás. Ocurre en períodos cortos debido por lo general a una causa pasajera, como un viaje, un examen o un cambio de trabajo”, dijo.

“En pequeñas dosis puede ser positivo, pero en dosis más elevadas puede afectar la salud y provocar dolores musculares, problemas estomacales e intestinales, sobreexitación pasajera, dolores de cabeza y agotamiento”, detalló. Y continuó: “El crónico es el más desgastante y ocurre cuando no se encuentra salida a un problema o situación. Es producto, por ejemplo, de un trabajo o carrera no deseada, problemas de dinero o un matrimonio infeliz.
A diferencia del estrés agudo, se presenta una y otra vez de forma repetida a lo largo del tiempo y puede desencadenar depresión, crisis nerviosas e incluso un ataque cardíaco”.

Consultado sobre si el estrés afecta en partes iguales a hombres y mujeres, Deviggiano precisó que las mujeres son “dos veces más vulnerables”.

“Eso se debe a una razón biológica, ya que tienen una fisiología diferente donde el peso de las hormonas hace que las afecte de un modo distinto. El cerebro femenino es más sensible a la ‘corticotropina’, una hormona producida en momentos de ansiedad, y no tienen la capacidad de afrontarla cuando se presenta en niveles altos, lo que hace más difícil controlar el estrés”, explicó.

En cuanto a las profesiones más estresantes, el cardiólogo destacó a los ejecutivos de empresas, periodistas, relacionistas públicos, organizadores de eventos y taxistas, así como personal militar, bomberos o policías. “Según un estudio realizado por la Asociación Americana de Psicología, la llamada generación ‘Millennial’ resultó ser la que más sufre del estrés en la actualidad, ya que el 39 por ciento de las personas de entre 18 y 33 años dijo estar estresada”, agregó.

En cuanto a otros grupos etarios, “se puede afirmar que la ‘Generación X’ (entre 34 y 43 años) manifestó sufrir estrés en el 36 por ciento de los casos, mientras que en los ‘Baby Boomers’ (entre 44 y 66 años) llegó al 33 por ciento. Los más tranquilos parecieran ser los mayores de 76 años, ya que sólo un 29 por ciento indicó sufrir estrés”, completó.

Consultado sobre las técnicas o estrategias para manejarlo, el experto mencionó -además de comer sano, dormir bien y hacer ejercicio-, “reconocer y aceptar las cosas que no se pueden cambiar, intentar desarrollar una actitud positiva frente a los desafíos y aprender a relajarse”.

“Conectarse con los seres queridos y aprender a decir que no también es fundamental para lograr una mejor calidad de vida”, añadió.

Fuente: El Día

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